sábado, 31 de octubre de 2015

¿Por qué somos temerosos?

            Quien no está preso de sus necesidades, está preso de sus propios miedos. Unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen y otros por el pánico de perder lo que ya tienen. Vivimos entre temores. No es  que carezcamos de valor, es que nuestra actitud  nos ayuda a caer a veces en la temeridad y la cobardía, siendo la perseverancia la virtud para no caer en los extremos.
             Muchas veces tenemos miedo… miedo a lo que podríamos no ser capaces de hacer. Miedo a lo que podrían pensar si lo intentamos. De esta manera dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas. Dichos temores nos azuzan la existencia cotidiana, con punzadas imperceptibles y no como aliciente.
              La ansiedad o la angustia son situaciones que aparentemente significan lo mismo: en general es un estado de ánimo relacionado con el miedo, que provoca en nosotros una inquietud y un malestar interior, así como una reacción corporal que nos predispone a enfrentarnos a un peligro inminente.
            Existen situaciones que nos paralizan. Realmente, en cada situación habitan posibilidades inquietantes, asuntos que podrían derivar en malas direcciones. Sin embargo no debería ser así, No deberíamos tener miedo a todo lo que no podemos controlar, ni miedo a lo desconocido, ni a lo diferente, sólo a lo que podamos vivir como un peligro amenazante a nuestra forma de vida. El hecho es, que ese temor nos acompaña como una sombra casi constitutiva, pensando siempre en lo que ocurriría de no ir bien las cosas. Hay quien siempre y en cada instante está pensando en lo que sucederá.
            El miedo adopta diferentes formas, miedo a no ser recompensados, miedo a fracasar, miedo de nuestra propia debilidad, miedo al sentimiento que genera en nosotros tener que llegar a cierto punto y no ser capaces de lograrlo, etc. Sólo el hecho de vivir, es encontrarse con esos temores, compartiendo con ellos la jornada diaria. Y a través de vivirlos debemos ser capaces de sobreponernos a estas persecuciones permanentes, o al menos saber “caminar” a su lado.
            Todo lo que hacemos, lo hacemos con el pensamiento. Pero nos preguntamos,  si debemos detener el pensamiento, en una pregunta poco acertada, pues quien quiere detener el pensar, siempre estará sometido s continuos temores.
             Tenemos que tener presente que el tiempo y el pensamiento son las fuente del miedo. Debemos estar siempre dispuestos a ver la realidad de las cosas. Siempre es necesario que pongamos todo nuestro ser en descubrir la relación que tenemos con el mundo, para dominar nuestros propios temores, asumiendo con fuerza y en cada instante, estar disouesto a elegir en cada momento las mejores resoluciones, e incluso afrontar las consecuencias de los hechos.
              Siempre un conjunto de pequeños temores, nos pueden evitar todo un profundo miedo infundado y conseguir una victoria personal antes cualquier empeño que estemos dispuesto a realizar.
             
Meditación: El sabio puede tener temor a equivocarse. El necio nunca.

martes, 27 de octubre de 2015

Personas que dejan huellas.

          Si, aunque no lo parezca existen personas realmente excelentes, y no precisamente porque deslumbren a simple vista, sino porque se iluminan con sus acciones. Son personas que tienen una habilidad especial para mostrar al mundo la grandiosidad y la generosidad que podemos llegar a ser, y la cuales aparentemente no vemos. Su sola presencia ya nos intuye la percepción de su autenticidad, y han experimentado la proeza y el instinto de hacer algo extraordinario durante mucho tiempo, algo que para los demás, sencillamente sería casi imposible.
          Son personas que no se dejan llevar por el ridículo, y saben cómo alejar los miedos, al decir lo que sienten. Son capaces de hacer feliz a alguien de acuerdo con sus valores, y creer en la bondad de los demás por encima de todo. Muchos pueden pensar que obedecen a sus extraordinarias “cualidades”, pero no necesariamente. Tal vez sea su forma sencilla de hablar, de meditar, de reflexionar o quizás, el más profundo respeto hacia sus amigos. Más bien podríamos atribuirlo a su armonía y a todo un equilibrio de condiciones y valores que finalmente nos ofrecen ese conjunto de cualidades.
            Una persona de este tipo, es aquella a quien le agrega pequeños detalles a su trabajo, a sus acciones y sobre todo a su comportamiento, haciendo extraordinario el aspecto cotidiano de su quehacer diario. Obviamente no es un camino fácil por recorrer, pero tiene en cuenta el placer de saborear cada logro y saber que está danto el cien por cien de sí mismo.
            Si es verdad, que para dar inicio a esta secuencia de detalles se necesita de muchas cosas: actitud, determinación, pero principalmente esa ayuda interior que todos llevamos dentro y que a veces no la hacemos florecer. Ocurre en ocasiones que nos sentimos afectados, incluso impactados, por determinados modos de ciertas personas, las cuales reconocemos como “personas extraordinarias”.           También hay quienes son sensibles a las situaciones ajenas, salvo que les parezca perjudicial o rentable. Esto seres no proceden de los ámbitos más espectaculares. No suelen buscar el impacto. Puede ocurrir que ni si quiera le conozcamos  personalmente; pero siempre están ahí. Sin embargo, puede llegar el día en que ya no estén; es entonces cuando sentimos “algo”, y sin saber porque le olvidaron. Es entonces cuando realmente la echaremos de menos, quizás sea por nuestra manera de obrar. ¡Quién sabe! 
             Para llegar a ser personas que siempre dejan un recuerdo, no es necesario ser perfectos, simplemente exponer nuestro mayor esfuerzo en todo lo que hacemos. Sobre todo paciencia, constancia y llegaremos al resultado de que esas acciones harán que nos convirtamos en personas realmente extraordinarias. Decir adiós no es palabra agradable de pronunciar. Normalmente a casi nadie les gusta. Pero por desgracia la vida nos obliga a pronunciarla, debido a circunstancias que nunca entenderemos.
             Pero cuando el rechazo llega a ser tan grande, la situación insostenible, y agotado todos los recursos, es recomendable alejarse de forma definitiva. Si no podemos hacerlo físicamente, es prioritario hacerlo sentimentalmente, puesto que ante esto, no nos queda otra opción que aceptar que todo lo que hemos dicho y hecho, nunca sirvió para nada. ¡¡Quizás algún día resurja la cordura!!
 
Meditación: Las personas especiales son aquellas que provocan emociones incluso a  distancia.
 

sábado, 24 de octubre de 2015

La gratitud expresa felicidad.

            Nos guste o no, deberíamos agradecer diariamente lo que tenemos; sé que muchos no estarán de acuerdo y siempre dirán: “podría estar mejor”. Desgraciadamente no hay un secreto para la felicidad, pero, “es lo que hay” “es lo que la vida nos ha dado” y el agradecimiento a las pequeñas cosas nos hacen demostrar que todos poseemos un increíble potencial para conseguirla. Reconozco que vivimos en unos momentos difíciles y que siempre nos blindamos con la desesperación y el dolor, pero es posible que en cualquier momento determinado podamos contemplar la vida desde otra manera distinta. Esto nos hará reflexionar que existen personas de gran corazón y sólo el hecho de hablar con ellos ya nos llenan de paz, creando una armonía, allí donde es posible que nunca la podríamos encontrar.
           Pero también podría decir, aunque a veces no encuentro palabras para exponer lo que realmente siento, lo cruel y triste que resulta cuando ante una acción digna de agradecer, ya sea a través de un acto personal o unas simples palabras de agradecimiento, recibes el más grande de los desprecios, es decir; la indiferencia. Es como pensar que aquello que pensaste o que dijiste, no vale ni un ápice de agradecer, cuando en realidad fue dicho desde lo más profundo de su corazón.
           Cuantas veces puede resultar que una simple frase, pueda ayudar a conseguir una realización personal, consiguiendo un bienestar interno, partiendo de que esa gratitud pueda ser de una importancia excepcional para aquel que la ejerce. Pero ese sentimiento de gratitud, no “llega” ante algunos corazones endurecidos por la sinrazón y el desprecio. Pensemos que la gratitud no es humillante, la gratitud llega a ser amable y a menudo mitiga la culpa, la aflicción, el sufrimiento y las dificultades que estamos pasando. Sólo estimula la sensación de conciencia y el profundo agradecimiento que hace valorar más a las personas.
            La vida está compuesta de muchos altibajos, el camino suele ser muy largo y duro; pero cuando estamos hundidos en lo más profundo del dolor, cualquier palabra de agradecimiento, nos hacen tremendamente feliz. Es cuando sabemos valorar lo que la gratitud representa, ante una situación que muchas veces nos derrumba. Sé que muchos a través de nuestra vida sufrimos desaires y menosprecios de manera frecuente. Sólo intento asumirlo, ya que no es posible evitarlo, aunque sí podemos aprender a afrontarlos. Sí, afrontar es lo que hacemos para aliviar el dolor, el estrés o el sufrimiento provocado por esa situación dolorosa. Sólo el que lo padece sabe la tremenda frustración que se siente.
             Si realmente se tienen fuertes motivos para no perdonar, hay que respetarlos. Pero a la larga, las preocupaciones, las hostilidades y los resentimientos sólo sirven para hacernos daño a nosotros mismo.  Dice un refrán que “es de bien nacidos ser agradecido”, lo que no dice es que, además de ser positivo para los que nos rodean, la gratitud es una herramienta poderosa para sentirnos bien, originando esperanza, amor, compasión, alegría y sobre todo, sentimientos de felicidad.
 
Meditación: Si has tenido amigos que durante mucho tiempo, ha actuado amablemente contigo; ¿por qué no has  tenido la fuerza necesaria para darles prueba sustancial de tu gratitud?
 

miércoles, 21 de octubre de 2015

No esperar nada a cambio.

              A lo largo de nuestra vida es frecuente que nos encontremos antes momentos complicados, y sobre todo de difícil solución; son esos momentos en los cuales nos agrada encontrar a alguien que nos ayuden, que nos sirvan cuando tenemos esa necesidad. Actuar sin esperar nada a cambio y ser conscientes de los gestos de los demás, nos hacen más llevadero nuestro sufrimiento, al sentir que tu ayuda alivia el dolor de los demás. Para servir a los demás sólo debe disponer de una actitud: que lo que hagas, lo hagas con el corazón, con la condición de no esperar nada a cambio. Este es uno de los actos que podemos ver reflejado cuando nos suceden grandes desgracias, apreciando de esta manera como el ser humano por naturaleza propia, se ofrece a ayudar sin pensar dentro de sus posibilidades.
            Esa misma naturaleza nos empuja y nos demuestra el hecho de que cuanto más ayudamos a los demás, mejor nos sentimos. Ese sencillo bienestar que  se nos ofrece, retroalimenta y nos conduce a tal punto que es la misma cooperación la que nos hace evolucionar como especie. Al brindar ese servicio, no estamos haciendo nada realmente importante por nadie. Lo que a esa persona le puedes dar, cualquiera lo puede hacer. Pero lo que recibe en su interior, sólo tú se lo puedes dar.
             Lo que a veces hacemos, diciendo: “siento mucho lo que te ha pasado” o sencillamente: ¿cómo te encuentras? Ya estamos realizando, una ayuda emocional por el sufrimiento, por el cual estamos pasando. Casi nunca pensamos; ¿y cuando tú estuviste en la misma situación? Ser altruista significa ser sensible a las necesidades de los demás y ayudar a los que nos rodean.
              Cuanto tiempo hace que no sabemos nada de “aquella” persona que un día conociste; ¿cuánto tiempo ha pasado… es posible que años, ¿cuantos sufrimientos habrá pasado? ¿Cuántas cosas dejaste pendiente? Sería hermoso tener un encuentro y limar todas las asperezas que nosotros mismos nos hemos puesto. Por eso, reflexionas periódicamente antes de dormir, sobre las cosas que aquella persona, siempre hizo por ti, y que tu silencio te ha endurecido, recordando esas pequeñas atenciones que siempre te enviaron con gratitud, pero nunca fuiste capaz de corresponder.
              Brindar una simple ayuda sin esperar nada a cambio es una forma de regalarte a ti mismo. Haz la prueba, (aunque te cueste) de hacer algo por los demás, no siempre tiene que ser un objeto, ni nada material Verás que cuando lo haces la vida te recompensa con una sensación de satisfacción, de plenitud, que muy pocas cosas en la vida te pueden dar. Dar sin esperar nada a cambio, es como volcarse a los demás, ayudar a los que lo necesitan, dar consuelo a los que sufren; eso es generosidad. Y no es un valor pasado de moda. La generosidad es la llave que abre la puerta de la amistad, es una semilla que siembra el amor, y puede ser la luz que nos saque de ese oscurantismo de tipo material que llevamos dentro, el cual muchos de nosotros estamos viviendo en la más negra de la ignorancia.           
              Reconozco que no es fácil dar dinero a todo el mundo que nos lo pida, pero si es fácil ayudar y aliviar los sentimientos a los demás cuando ni siquiera esperan tu ayuda. Unas simples palabras, una sonrisa, un saludo, pueden generar esperanza a alguien que lo necesita para seguir adelante en la vida, y a veces con unas simples “gracias” es suficiente para sentirte recompensado.

 Meditación: Los buenos amigos no son los que ves a diario, sino los que aunque no los veas físicamente, sabes que están contigo.

domingo, 18 de octubre de 2015

¿Por qué juzgamos tanto?

              Desgraciadamente es una costumbre muy arraigada que llevamos dentro de nuestro ser. Y yo me pregunto; ¿tanto sabemos de los demás, para “etiquetarlo” y formar una opinión de ellos? Es costumbre que ante un simple golpe de vista, ya analicemos a nuestros semejantes. Nos empeñamos en definir a los demás sin saber cómo son en realidad. Acostumbramos a enfocar solo la parte de daño que puede hacernos una determinada persona de la cual hablamos mal, o simplemente intentamos hacer daño con palabras, (e inclusos con silencios), pero nunca nos tomamos el tiempo necesario para analizar el alcance y las consecuencias negativas que podemos causar.
            Poner etiquetas a los demás es renunciar a nuestra capacidad de percepción y no ver a los demás como son, sino como tú ya has decidido. La pregunta que se nos viene a la mente es: ¿por qué nos pasa esto? Quizás cuando nos sentimos molestos, disgustados, nos predisponemos a atacar y analizar a nuestros semejantes con el fin de hacerles daño
           Las personas que normalmente están juzgando a los demás, con frecuencia resultan incomprendidas, puesto que son cerradas al diálogo. Son demasiadas orgullosas para verses a sí misma, antes de juzgar a los demás. De esto se deduce que nuestro cerebro es sensible a poner etiquetas, percibiendo lo que coincide con ellas e ignorando lo que no coincide. Todo es un puro acto de idealización personal ante los demás.
            Es fácil darse cuenta de la tristeza que a veces nos causa cuando al ser humano las cosas no le marchan bien en el hogar o en su vida interior. Esas circunstancias hace que dejemos salir de nuestros labios todo tipo de juicio, sacrificando el sentir de cada quien o cada cual. Acostumbramos a “colgarles” etiquetas a nuestros semejantes. Y por culpa de esas etiquetas muchas veces nos perdemos ente la oportunidad de conocer a personas maravillosas. Sí, es posible que te formes un juicio de alguien, y realmente  no es en absoluto como tú le consideras.
            Cuando juzgamos a alguien, cuando le criticamos, cuando hacemos comentarios sobre su conducta, se juzga sin comprensión, fríamente y a veces hacemos daño, puesto que nuestra visión siempre es muy limitada  La caridad y el respeto de la verdad deben dictar la respuesta a toda petición de información o de comunicación. El bien y la seguridad del prójimo, el respeto de la vida privada, el bien común, son razones más que suficientes para no juzgar lo que no conoces.
             Nuestra conciencia moral, cormo juez de nuestros actos, sólo puede darse cuando éstos son actos humanos voluntarios, o sea los actos en los que ha intervenido la libertad de acción. No puede haber un juicio de conciencia cuando los actos efectuados han sido obligados por una circunstancia o por una acción de situación extraña a nosotros mismos.  En momentos estrictamente personales a veces se toman decisiones sin conocer la verdadera causa o por seguir esquemas preestablecidos, que muy poca veces nos permiten optar al razonamiento, en estos casos la conciencia moral quedara un tanto en entredicho.
             Para vivir bien necesitamos poder confiar unos en otros. Por otra parte, vivir en la verdad no significa decir todo lo que nos pasa por la cabeza. Por encima de todo  debe estar siempre la amistad, que implica también la paciencia, el respeto, y la comprensión.

 Meditación: Si la propia vida nos lleva a tomar difíciles decisiones, quiénes somos nosotros para juzgar a los demás.

jueves, 15 de octubre de 2015

¿Por qué somos así?

            Podría preguntarme ¿por qué existen personas que experimentan actitudes extrañas en su vida? Hace tiempo que escribí un artículo que decía “¿Qué te ha quitado la vida?” Porque queramos o no, en realidad somos espejo de nuestra propia vida, de nuestro comportamiento, de nuestra forma de ser, y por mucho que mostremos actitudes estables, siempre aparece ese “pellizco” de frustración, que permanecerán dentro de nosotros. Todo eso nos causa confusión ante los demás por mucho que intentemos cambiar nuestra imagen, enturbiando posiblemente esos valores que nos merecemos.
             Sin quererlo, es nuestro inconsciente el que hace proyectar esa actitud que nos corroe y no nos deja mostrarnos tal cual somos. A veces el defecto está “fuera” y no lo vemos, haciendo que nuestra empatía no se corresponda a nuestros ideales, emociones y necesidades. Se puede decir que cuando pensamos en otra persona, nos caiga bien o nos caiga mal, experimentamos una sensación interior sólo por el hecho de pensar en esa persona. Esto significa que estás experimentando un sentimiento incluso en su ausencia.
            A veces empleamos una actitud simulada, que hace como si fueras tú, pero no lo eres. Lo que conseguimos con esa actitud es ser prisionero de esa imagen que portamos  dentro de nosotros. Si en verdad apreciamos a alguien, no debemos insistir de una manera que coarte nuestra libertad, pero la pregunta es: ¿por qué, ni el más mínimo expresión de sentimiento, cuando “eso” no compromete a nada? Ahora es cuando vale preguntarnos: ¿Es que de verdad somos así? ¡Realmente triste! Vive tu personalidad tal como eres. No limites tus defectos, ni te incomode hablar con quien a tú entender no se lo merece. ¡Puesto que podrías equivocarte!
           Se da por entendido que puedan existir “cuentas” pendientes; pero ante esto, realmente estamos haciendo daño, ya que son presiones que intentamos hacer culpable a otro, cuando en realidad los motivos, nunca existieron, sacando conclusiones anticipadas, que solo hacen dar malos resultados, mostrando una personalidad la cual no te pertenece.
            Ante este pequeño artículo sólo me conduce hacia dos motivos principales: el primero es la madurez. La madurez nos lleva hacia un desarrollo completo de nuestras capacidades de forma íntegra hacia nuestro ser. Es como el principal proceso de razonamiento, en que cada etapa de nuestra vida posee su propia forma de manifestarse.
            Y en segundo lugar, la coherencia. Solo con este valor seremos capaces de cumplir con un mínimo de eficacia nuestros principios, ya que necesitamos ser honestos y responsables, sobretodo en nuestras relaciones personales, condición indispensable para llegar a ser verdaderamente sinceros.
 
              Meditación: Tú comportamiento es la única prueba de la sinceridad de tu corazón.

lunes, 12 de octubre de 2015

Transmitir paz.

              ¿Qué nos garantiza que actualmente podamos transmitir paz? Que difícil, ¿verdad? Aun así, los grandes movimientos tradicionales de toda la vida han resumido su mensaje a través de grandes dosis de meditación y comprensión, llegando a poder transmitirla. Me dirás: estamos cansado de tanta rivalidad, injusticias y guerras, pero ¿qué hacemos para fomentar la paz? Pensemos siempre que cualquier mensaje por pequeño que sea es capaz de cruzar fronteras y mover el mundo para que las personas comencemos a actuar de manera armónica con todo lo que nos rodea.
               La paz es una forma de vida, solo hay que entenderla, aplicar la sencillez y contemplar las cosas que nos rodean. Es una manera abierta y positiva de relacionarnos con el mundo, es decir; con nosotros mismos y con los demás. Es como una armonía que nos rodea y crece de dentro hacia afuera, pero pensando siempre, que sin paz interior no puede constituirse dicha armonía.
            La vida es un continuo ajetreo de desesperanza. Y yo me pregunto: ¿por qué no meditar? La meditación nos ofrece innumerables beneficios para el cuerpo, mente y espíritu. A veces el descanso que logramos con la meditación es más profundo que el sueño más intenso que podamos tener. Pensemos siempre, que cuanto más profundo es nuestro descanso, y más dinámica nuestra actividad, la meditación es la puerta al encuentro con nuestro interior. Es la única fuente de vitalidad y plenitud que a veces buscamos fuera, sin pensar que la tenemos dentro de nosotros, en lo más profundo de nuestro corazón.
            Es nuestra decisión abrir el corazón a esa inmensidad divina. Conseguir la paz significa eliminar de nuestra vida cualquier forma de violencia hacia uno mismo. La paz empieza siempre con un pensamiento abierto y positivo. Para eso tenemos que sentirnos agradecidos. Pero seguro me preguntarás: ¿cómo sentirme agradecido con todos los problemas que tengo y todo lo que me está pasando en estos momentos?
            En primer lugar tenemos que olvidarnos de aquellos “asuntos” que no tienen solución, y desplegar nuestros sueños a todo aquello que conlleva a conseguir una felicidad que resplandezca ante las zonas más oscura y violentas de la humanidad. Si lo pensáramos, todos tenemos el mismo problema: encontrar un lugar digno en la sociedad.
            No es tiempo de revoluciones, sino de descubrimientos de nuestro potencial, por eso una nueva educación es vital en la búsqueda del camino hacia la paz interior. ¿Qué nos impide aprender de nuevo? Nunca encontraremos la paz ni la podríamos transmitir, si no iniciamos un camino hacia nuestro interior.   
             La causa de todos nuestros conflictos y la falta de paz, reside en el pensamiento negativo. Si existe alguna posibilidad de que reine la paz, hay que empezar siendo compasivo y positivo con uno mismo, poniéndonos en la piel de los demás y dándonos cuenta de que sea la paz, y no el reproche; todo empieza en nuestra mente. Así que empecemos por nuestra mente, y observemos el proceso de nuestros pensamientos que tienen lugar en nuestro interior.
             En resumen, la paz es fruto de la propia búsqueda de la autenticidad y de aprender a amar  todo lo que nos rodea. Pudiéndola conseguir a través de comunicarnos con aquel que dejaste hundido y abatido anta la incertidumbre de la duda.

  Meditación: El tiempo me va dando las mejores respuestas a todos mis “por qué”
 

viernes, 9 de octubre de 2015

Decir "lo siento"

            Sí. Así es, tan fácil de decir y tan difícil de realizar. En estos casos cada persona reacciona de manera distinta. Aunque es importante no obsesionarse con pedir disculpas y moderar las reacciones ante un acto negativo y saber olvidar. Pero también es de suma importancia saber tomar conciencia de que vivimos en grupo y deberíamos dejar a un lado nuestras tendencias al egoísmo. La culpa no sólo se siente, sino que se tiende a expresar con gesto y sobretodo con palabras sencillas.
             Decir lo siento, no es igual a pedir perdón. La persona que dice “lo siento” lo que en verdad expresa es un dolor interno por una actitud realizada hacia esa persona. La persona que dice “perdona”, reacciona ante un dolor interno, ante el cual reconoce que no ha actuado bien, reconociendo no volver actuar de esa manera. Dicha situación nos lleva a la otra persona; la que ha sufrido el desagravio, y si a la persona que se agravia, no se le ofrece ese acto de sentimiento, seguirá existiendo siempre el rencor.
           Saber disculparse no solo es un acto que demuestra temperamento hacia los demás, demostrando que tenemos la voluntad de resolver el conflicto. No dudemos que también es un acto de fortaleza y seguridad hacia uno mismo. Porque cuando decimos “lo siento” sin excusa ni reproches, estamos mostrándonos tal como somos, con la sinceridad de quien no teme reconocer que en determinado momento cometió un error.
             Existen momentos en los que intercambiar algunas ideas con otra persona, concluye en una discusión o pareceres distintos, motivo por el cual resulta casi imposible llegar a un acuerdo. Cada uno tiene percepciones y puntos de vista diferentes acerca de lo que ambos exponemos y, cuanto más queremos llegar a un acuerdo, empeoramos la situación, ya que se “enredan” más y más en sus propias posiciones.
              Pensemos siempre que hay una práctica que es bien efectiva para recomponer una situación desagradable, y es simplemente: pedir disculpas, o decir “lo siento” Desde luego que muchas veces tenemos la certeza que no nos toca a nosotros hacerlo, sino a nuestro interlocutor, porque consideramos que él (o ella) es quien no está acertado. Para algunas personas es bien difícil reconocer sus errores o admitir que una decisión que tomaron no fue la más apropiada. Gran parte de quienes quedan resentidos indefinidamente por una nimiedad se enfocan sólo en lo pequeño, en el hecho puntual, y pierden de vista lo grande y verdaderamente importante: una familia, un trabajo, una amistad, etc.
           El hecho de decir “lo siento” no es ningún acto de bajeza, puesto que cuando pides disculpas le dices a la otra persona que haberla herido durante tanto tiempo, de alguna forma le has hecho daño, y solo pretendes reconocer que quizás en aquel tiempo no vistes las cosas claras y que si pudieras volver atrás es posible que actuaría de otra forma. Si consigues esto, seguro podrás acceder a lo más profundo de esa “herida” que posiblemente causaste, y curarla desde los sentimientos más profundos.
           No pensemos nunca que decir “lo siento” es humillación, todo lo contrario, es un acto de gran valentía y coraje, denotando una gran autoestima y fortaleza en ti mismo. Reconocer nuestros errores nos ayudará a crecer como persona y a poder volver a tener un intercambio más enriquecedor. Así el hecho de pronunciar estas dos palabras implica una auténtica reflexión y sobre todo ponerse en el lugar del otro.

 Meditación: Nunca se puede llegar a comprender el dolor tan profundo que se siente, cuando una persona te juzga sin motivo, ni razón.

lunes, 5 de octubre de 2015

Recuperar la confianza.

             Referirme a la confianza es aceptar la opinión favorable en la que una determinada persona es capaz de actuar de forma correcta anta una situación. La confianza es una poderosa energía. Se apoya en la firme esperanza y proporciona seguridad, optimismo, bienestar y alegría. Esta nos hace más fuerte, más libres y también mejores. Por el contrario el recelo nos lleva al temor, al malestar y a la insatisfacción, dificultándonos que tomemos iniciativas.
            Cuando la confianza se ha perdido porque se ha roto alguna promesa, como primer punto, la persona que falló debe reconocer y asumir su responsabilidad. Después de esto, es muy probable pedir perdón. Cuando nos sentimos lastimados, siempre deseamos escuchar al otro una disculpa sincera, puesto que debemos reconocer que pedir perdón, no es nada fácil.
            Vivir nuestros avatares en soledad nos atenaza y nos merma nuestra autoestima. En cambio sí reconocemos y compartimos esos temores, y las emociones que provocan, podremos neutralizarlos. Todo esto nos ayudará a reconocernos más humano y sobre todo a recuperar esos valores de confianza perdidos.
            Decimos que la confianza es lo más difícil de ganar, una vez que la pierdes, ya  es difícil recuperarla. Aceptar las disculpas, quizás sea lo que creemos que necesitamos de la otra persona. Pero en algunos casos una disculpa no es lo que se necesita. Puesto que el temor en sí mismo, no es un problema. Tampoco lo son los miedos comunes a todo ser humano como el que podamos sentir a una enfermedad, la soledad o la muerte.
            Si vivimos en soledad los temores que nos amenazan, nos hacen impotentes al expresar las emociones que nos producen, en cuanto vemos mermadas nuestra potencialidad, la cual hace que no nos permita superarlos. Es esto lo que nos posibilita  vivir ante esos temores de una forma positiva. Así parece que para salir de esa encrucijada, además de los cambios sociales inexcusables, es preciso dejar de lado el narcisismo y compartir los temores, las dudas y las vacilaciones de forma, que junto a nuestro anhelo, deben estar siempre conforme a nuestra condición humana.
             La imposibilidad de reaccionar a lo que nos produce temor no nos  debería causar un gran sufrimiento emocional. En cambio nos hará más fuertes, como individuos y como colectivo. Naturalmente al recuperar la confianza nos sentiremos protegidos ante una madurez, donde los temores, la violencia y las amenazas, siempre potenciarán el desarrollo de nuestra personalidad y nuestra autoestima, haciéndonos cada vez más seguro de nosotros mismos.          
           
 Meditación: Una vez que sientas confianza en tu interior, has lo primero que se te ocurra y te dicte tu corazón, seguro que todo sale bien.

 

jueves, 1 de octubre de 2015

Mirar hacia atrás.

           Se dice, se recomienda, se nos hace ver que no miremos la vida hacia atrás, pero si lo analizamos bien, es imposible dejar aparcados esos recuerdos vividos. Sí, me dirás que a veces fueron malos momentos o quizás terribles, que jamás quisiera acordarte, pero no dudes que si así fuera, dejaríamos momentos hermosos, momentos que pensándolo bien jamás pensaría que pudieran repetirse. Aquella persona que por simple casualidad se cruzó en tu camino y nos dejó unos recuerdos que nunca podremos olvidar, por la sencilla razón que hoy sería imposible que se repitieran o quizás porque nos dejaron unas cicatrices, producto de unas heridas que sin saber por qué jamás entenderemos por que se produjeron.  
          Son recuerdos que difícilmente se sostenían, pero “pintaban muy bien” a pesar de que solo era humo sobre nuestras cabezas. Pero era ¡tan fácil fantasear! que a pesar del tiempo pasado nos serían imposibles olvidar. Ni que decir tiene que siempre tuvimos momentos que hoy no quisiéramos recordar, pero apartarlos… nuestra vida no nos permite hacerlo desaparecer, ya que ellos forman parte de nuestra existencia.
          La vida es una vivencia donde cada persona tiene implicación en lo que pasa. En nuestra memoria suceden distintas etapas: primeramente es la codificación, o sea sacarnos información del mundo la cual la registramos. Después viene la etapa de almacenamiento: Todo lo guardamos en distintas partes de nuestro cerebro, y por último, aparece la extracción, que es lo que llamamos “recuerdos”. Los momentos y las situaciones los elegimos nosotros, las amistades también. Y las oportunidades, se trabajan y se conquistan. Alguien dirá que la vida no le ha dado oportunidades. Lo fácil es quedarse anclado en la queja, en el dolor, pero así debemos reconocer que de esa manera la vida se “desangra”. Cambiar es una decisión que debemos tomar y nunca es tarde para comenzar una nueva vida, un nuevo amor, un nuevo proyecto. Para ello tenemos que desprendernos de una parte de nosotros; sencillamente todo lo que se aferra al pasado, a lo que ya no existe, a lo que no se tiene, aunque no se olvide.
           Reconocer el pasado es una necesidad que la misma vida nos obliga y nos hace ver lo que hicimos y dijimos  A pesar de todo desearíamos no recordar y olvidar, pero la memoria se encarga de jugarnos esas malas pasadas, recordando momentos los cuales nos hacen sufrir tremendamente y sin opción a poder dejarlos olvidados.  Y por si fuera poco, están los Ordenadores que a veces solemos compararlo con el cerebro, éste nos guarda infinidad de información en forma de “paquetitos” de datos que a lo largo del tiempo siempre perduran en nuestro recuerdo. Es como una especie de gancho para estirar de ese determinado recuerdo.
          Sería tremendamente ideal olvidarse de aquellos recuerdos que martillean en nuestra mente y que día a día nos impide olvidar, o simplemente no hace sentir mal por defecto. Así todas las actividades que hayamos realizado en nuestra vida, todas la decisiones que tomamos en aquellos momentos, aquellas corazonadas, siempre permanecerán como impulsos y con carácter emotivo de alguna forma o de otra.
          No obstante es imposible vivir atado a unos recuerdos, ello perjudicaría nuestra vida emocional, y al mismo tiempo hipotecaría nuestra existencia haciendo que vivamos ante una tremenda frustración.

Meditación: La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse