martes, 29 de julio de 2014

¿Por qué no nos entendemos?

             Los seres humanos fuimos creados para convivir con otras personas y no para estar solos y alejados del resto de la sociedad. Sin embargo, en muchas ocasiones esta convivencia se nos hace difícil ya que estamos tan ensimismados en nuestra forma de vivir y de ver las cosas que dejamos de ser tolerantes con los demás seres que nos rodean. En verdad nos pasamos la vida sin entendernos o, lo que es más inquietante, malentendiéndonos.
            Y cuando no, nos encontramos con la deslumbrante situación en la que perecemos sin llegar a comprendernos. Pero no siempre acabamos de ver los motivos que conducen a los demás a adoptar ciertas aptitudes o decisiones. También es verdad que no pocas veces tampoco está claro lo que nos ocurre con nosotros mismos. Entonces es cuando nos  descorazonamos. Y, si nos descuidamos nos lanzamos a extraer precipitadas conclusiones. Diciendo: “Si no lo entiendo es que no está bien” En cierta medida no parece mal que intentemos  valorar en algún sentido lo que hacemos; pero deberíamos comprender que vivir es no llegar a entenderse nunca del todo. Y si uno dice: “No te entiendo”, y con ello terminar la comunicación, sería razonable intentar comprender, que a veces es conveniente preservar una distancia. Sin embargo, tenemos que asimilar, que llegar a entenderse “del todo” no es lo mismo que “absoluto”.
            Lo cierto es, que deberíamos razonar y  repetir de forma incesante y a través de nuestra mente, esto tan sencillo; “te acepto, intento comprenderte  y me intereso por ti” Así de esta forma, y si pudiéramos comunicarnos en esta forma, unos a otros, todos creceríamos individualmente, en la comprensión personal y sobre todo en la aceptación. No perdamos nunca de vista a las personas cercanas, e incluso  aquellas con las cuales no nos conectamos habitualmente, como pueden ser familiares o amigos. Tengamos en cuenta que en cierta forma llevamos en nuestras manos el deseo a quien apreciamos. Si así lo aceptamos, les entenderemos comunicando la fuerza de la compresión.
            Ni que decir tiene, que muchos son personas que tienen dificultades para perdonar sus errores. Esto ocurre sobretodo en las “personas perfeccionistas” que no toleran la posibilidad de equivocarse o de errar. En estos casos es importante entender que somos humanos y que como todos, nos equivocamos y no por ello le valoremos menos.            Todo esto es un efecto que no requiere dominarlo todo, captarlo todo; sí verlo  dominando la situación. Pero intentarlo sin fisuras llegando a un entendimiento y no tener dudas, ni incertidumbres. Tal situación no es  apropiarse completamente del otro, solo se trata de apreciarlo, aunque no le tengamos enmarcado.
             El entendimiento es una “potencia maravillosa”, que distingue, pero que “aísla y separa” y, por ello, no es un principio de unidad. Entenderse es necesario, aunque sí, lo complementa el afecto. Sin él, hay poco que hacer. Tampoco se trata de entregarse a la indiferencia de la comprensión.
           Debemos de considerar que el interés por llegar al otro, por vincular el aprecio al conocimiento, por sintonizar, por latir y respirar conjuntamente no supone alejarnos de su existencia. No entenderse del todo es también verse sorprendido por la vida que tanto nos atrae.

            Meditación: Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón.

2 comentarios:

  1. Esta es una cuestion ardua, la verdad. Creo que el primer problema viene dado por el concepto que podemos tener de nosotros mismos pues debemos llegar a una autoestima moderada. Es decir, querernos pero sin despreciar los juicios del otro. Tambien, puede ser clave la capacidad de empatia que tengamos hacia el otro, de sintonizar con el. Evidentemente, nuestros criterios no son siempre los mismos durante toda la vida y, si somos condescientes con nuestros fallos, deberiamos actuar asi con los demas. Un abrazo sentido

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  2. Durante una vida pasan miles cosas. Aprendemos y olvidamos. Tropezamos, caemos y volvemos a levantarnos. Nos enamoramos y nos desenamoramos, pero no por eso, no dejamos de volver a enamorarnos. Una, dos, tres… varias veces. ¿Cuántas veces creemos conocer a la persona de nuestra vida, y ni siquiera sabemos cómo somos nosotros mismos? Saludos cordiales.-

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