lunes, 31 de diciembre de 2012

viernes, 28 de diciembre de 2012

No soporto las multitudes.

          Verano, playas a reventar, ciudades invadidas por los turistas… Para algunos, el buen tiempo puede convertirse en una pesadilla. Encontrarse en medio de esa “masa” nos despierta un sentimiento de malestar. Incluso de auténtica angustia. ¿Qué se esconde detrás de esa ansiedad? ¿Cómo podemos superarlo y sentirnos mejor entre la multitud?
            Procurar siempre evitar los lugares llenos de gente, evitar ponerse nervioso tanto por los ruidos, el calor, las muchedumbres. etc. Esas sensaciones de angustia intensa suelen ser el desencadenante de una oclofobia, que es el temor intenso a las multitudes.
            Para saber si nuestro agobio puede acabar en algo más grave, es importante conocer que es fobia, pánico, angustia o ansiedad. La fobia es como si dijera: “tengo miedo a tener miedo” El término pánico clínicamente se identifica con la angustia. Y la angustia y la ansiedad, por su parte, son dos términos que se diferencian para distinguir lo que ocurre en el cuerpo (angustia) de lo que ocurre a nivel mental (ansiedad).
            La ansiedad no es mala en sí, se da en todas las personas y puede ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento, así como movilizarnos frente a los que nos preocupa, por ejemplo; cuando huimos de una situación de peligro. Sin embargo si sobrepasamos ciertos límites se puede convertir en un problema de salud que interfiere en nuestra vida social y laboral.
            Otras veces el problema se encuentra en cómo nos vemos dentro de la “masa”, ya que las miradas de los demás pueden hacernos sentirnos mal con nosotros mismos.
            En este sentido, la autoestima será esencial para evitar los pensamientos catastrofistas al imaginarnos dentro de esa multitud.

Meditación: Cuanto mayor son las multitudes, más insignificante son las persona.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Pensar antes de hablar.

          Cuántas veces hablamos en exceso, cambiamos de temas, respondemos apresuradamente, comentamos los asuntos de otros, etc. Aparentemente, estas personas aparecen simpáticas y locuaces, pero quienes sufren de impulsividad verbal evidencian falta de control sobre sus repuestas, no racionalizan sus discursos y viven ante un componente de ansiedad  que afecta, en gran medida, a sus relaciones sociales.
            Las personas que interrumpen a otras antes de que terminen de hablar comprometen el aspecto de su vida personal y social. “Cortar” la palabra constantemente pone de manifiesto una carga de ansiedad, que indudablemente requieren un autocontrol.
            También podemos considerarlo como una falta de educación, siendo para los afectados, esta respuesta apresurada e inmediata, como una gratificación que les compensa frente a un desajuste emocional.
            Existen varias conductas que pueden presentarse asociada esa impulsividad de responder verbalmente: inmediatez, ausencia de reflexión, planificación del pensamiento, dificultad para guardar silencio, incapacidad para esperar las preguntas y carecer de la facilidad para ceder ante el impulso de  hablar.
            Una conducta así es problemática, creando en el individuo ciertas dificultades. Sobre todo en el ámbito de las relaciones personales. Ni que decir tiene, que a partir de ese momento la conducta personal no es positiva para su desarrollo, crea un trasfondo de falta de habilidades sociales y comunicativas.
            Trabajar la escucha es uno de los remedios. La escucha activa es fundamental para mejorar las relaciones personales, aunque es difícil de lograr en estos casos, porque es incompatible con su impulsividad verbal incontrolada, que actúa como una barrera.    Con estas personas la comunicación es difícil de establecer, porque están más pendiente de lo que tienen que decir, a lo que realmente están escuchando.  

Meditación: Siempre me he dedicado a pensar bien de todo el mundo; evita muchos problemas.

domingo, 23 de diciembre de 2012

El agradecimiento.

           La actitud de agradecer tiene que ver con acoger lo que viene de fuera, lo que me trae la vida y apreciarlo como algo positivo y bueno para mí. Percibir las cosas que hay buenas en mi vida o lo que ocurre de bueno en mí, hace que me sienta afortunado y contento con mi existencia.
            Debemos hacernos a la idea de que aquello con lo que contamos es algo que nos corresponde, que debemos tener, que es nuestro derecho. Y creemos también que cuando no es así, eso se nos debe. Nos pensamos a nosotros mismos como acreedores entes que como deudores. Olvidando que simplemente el agua que diariamente bebemos, no es lo mínimo que se nos debe, sino un don que recibimos.
            Sencillamente reposar cada noche en la misma cama de la cual nos hemos levantado por la mañana es un milagro. Podría no ocurrir; nadie nos garantiza que estaremos aquí al final del día. La existencia es frágil, y agradecer es una hermosa manera de recordarlo.
            Una persona agradecida eleva sus vibraciones, reconoce la luz en todo y en todos, valorando la sencillez y la belleza que le rodea como el más apreciado de los tesoros. Además el agradecimiento nos impulsa a la aceptación y, en ocasiones, a la humildad pues sólo el sensible y el humilde percibe la grandeza en lo pequeño y sabiendo dar las gracias, en determinados actos como algo perfecto.
            El agradecimiento nos hace sonreír y aceptar todas las bendiciones que nos suceden a diario y que otros pasan por alto. Esta es una de las razones por las que el “ahora” nos alinea con el “ahora”, sobre todo, porque nos permite reconocer la luz que se haya en todo y que, a veces no es visible a simple vista pero sí ante la mirada de un corazón agradecido.
            Quien nos mira, nos habla, nos escucha o tiene un pequeño gesto hacia nosotros ejecuta un acto de amor. De la misma manera, quien dice “gracias” expresa amor hacia un semejante. Agradecer nos hace salir de nosotros mismos, mirar más allá del propio ombligo.
            Al reforzar el egoísmo, el orgullo y el amor propio aíslan a las personas. Todo lo contrario ocurre con el agradecimiento, que nos conecta a unos con otros y refuerza la cadena cooperativa que mejora la vida de todos nosotros.
            Debemos dar las gracias incluso a las cosas inanimadas, pues en todo reside un alma invisible que capta todas las sensaciones recibidas y que nos retornará la misma moneda de cambio.
            El agradecimiento es una clara manifestación de un corazón activo, uno que late y en su movimiento va enseñándonos a valorar cada detalle, cada palabra, cada caricia, cada momento compartido, cada nuevo despertar. Un corazón que se detiene siempre a mirar a su alrededor y a concienciar lo bien que está en relación a otros tantos seres. Y que no se contenta sólo con ver esto, sino buscar su ayuda y fundamentalmente agradecer por el “simple” hecho de estar vivo y poder marcar una diferencia.

Meditación: El que da, no debe volver a acordarse; pero el que recibe nunca debe olvidar.

jueves, 20 de diciembre de 2012

¿Por qué somos tan pasionales?

           ¿Cuántas veces hemos oídos al leer una novela, en el cine o en la propia vida? La palabra “Pasión” y, pregunto: ¿qué se te viene a la mente? ¿Consideras que es positiva o negativa? La mayoría de nosotros al oírla nos imaginamos escenas románticas de parejas enamoradas. Efectivamente, el amor es uno de los escenarios más importante de la pasión en nuestras vidas, pero no el único. Podemos sentir pasión por nuestro trabajo, por el arte, por un deporte, por un equipo o por una causa social.
            De ante manos sabemos que la pasión tiene dos caras, pues es una fuerza que tanto puede ser negativa como positiva. Incluso sabemos que podemos llevarnos a perder de vista todo lo demás y convertirse en una obsesión; pero al mismo tiempo, puede ser un motor de creatividad y dedicación, y quizás el motivo más importante para nuestra inspiración.
            Todo lo que realmente nos apasiona está en armonía con otras actividades y contextos, siempre lo puedes practicar y verás que tiene consecuencias emocionales positivas. Las pasiones obsesivas nos llevan a concentrarnos, a dar vueltas y vueltas a una idea, las cuales terminan afectándonos negativamente a nuestra capacidad para decidir.
            Cuando en la pareja uno siente una pasión armoniosa por el otro, ambos suelen sentirse satisfechos con la relación. Pero si la pasión es obsesiva, es probable que haya insatisfacciones. Por eso el tipo de pasión que alguien siente hacia una actitud también afecta a las relaciones. Por ejemplo, si alguien pasa la mayor parte del tiempo navegando por Internet, es probable que el contacto personal con los demás se empobrezca.
            Sencillamente uno de los aspectos más importante de la pasión es que puede ser el motor de un desempeño extraordinario en nuestra vida.
            Entonces podríamos decir, si tener pasiones trae tantas ventajas, vale la pena desarrollarlas. Estudiando el caso detenidamente podemos apreciar que ésta tiene tres factores involucrados, en su desarrollo.
            1º Escoger libremente, sin presiones, una actitud que nos guste. 2º La actividad debe ser algo a lo que le demos valor, o sea que consideremos que contribuya significativamente a nuestra vida, y 3º Sentirnos apoyados. Esto es especialmente necesario si se trata de relación de pareja. Una vez estudiados esto factores llegamos a la conclusión de que la pasión en nuestra vida vale la pena, puesto que es uno de los ingredientes para realizar una vida con plenitud.

Meditación: Amor y deseo son dos cosas diferentes; no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Sabemos pedir disculpas?

            Aunque todas las religiones tienen un ritual específico para la disculpa, la mayoría de las tradiciones espirituales dan un valor importante a la capacidad de disculparse, y las diferentes culturas reconocen la importancia que tienen para la convivencia humana y el bienestar personal.        
            Sentirse culpable puede ser algo muy triste si nos lleva a reflexionar y a buscar remedio. Sentirse habitualmente inocente de todo y repercutir la culpabilidad sobre los demás suele ser síntoma de la eficiente acción del orgullo, que suele ser corto de vista para los propios errores y agudísimo para los de los demás.
            Perdonar es diferente que disculparse o justificar una falta. Tampoco significa olvidar o negar lo sucedido. Es cierto que la disculpa puede llevar a la reconciliación o a la separación de la relación entre víctima y quien comete la ofensa, pero estas dos situaciones no van de la mano necesariamente; por ejemplo se puede disculpar a alguien y  desear seguir teniendo una relación de amistad con esa persona.
            Pero yo me pregunto: ¿por qué cuando se hace un acto de verdadera sinceridad y amistad, el cual repercute en un enorme beneficio para la otra persona? ¡Porqué no se reconoce!
            ¿Es tanto el orgullo y la sinrazón, que nos lleva a no querer reconocer, que se utilizó un acto de verdadera educación?
            Sabemos que es más fácil disculpar a quien ha actuado sin mala intención pero no al que nos ha lastimado deliberadamente.
            Reconozco que existen personas que les he muy difícil reconocer ciertas actitudes, debido a la utilización de su otro “yo”, el cual casi siempre está presente  durante su vida aunque, se trate de ocultar. Pero, “siempre es bueno perdonar”
            La vida es demasiado corta para tener atormentado el corazón  con un dolor que siempre te ofusque la memoria. Con el reconocimiento de ese acto, sentirás la tentación de revivir una y mil veces tu sinrazón, pero deberías superarlo y reconocerlo.
            Además mucho de las ofensas son imaginarias, y otras magnificadas. Sea lo que sea, y con quien sea, enfréntate a ello. Busca la ocasión de curar esa herida, que toda tu vida te atormentará, puesto que llegará el día que esa persona haya muerto y en ese caso habrás perdido la ocasión. ¿No has pensado, cómo se sentirá la otra persona?
            En vez de seguir centrándote en ese “sentimiento de ofensa” a quién crees que te lastimó, aprendes a buscar esa amistad que por culpa de ese motivo se perdió. Con la disculpa nos ayudará a recuperar la sensación de que tenemos poder sobre nuestra vida.
           

Meditación: Los mejores amigos son como las estrellas, aunque no siempre se ven, sabes que están ahí

jueves, 13 de diciembre de 2012

¿Qué nos haría plenamente feliz?

         ¿Sabemos realmente en qué consiste la felicidad? Los psicólogos a veces nos preguntan “es usted bastante feliz, muy feliz, sumamente feliz, etc.”A esta pregunta solemos responder, “no me puedo quejar”. Primeramente deberíamos averiguar, qué es eso de la felicidad, a lo que todo el mundo aspira y que realmente pocos consiguen.
Sería mejor partir de la idea de felicidad, como una situación media, y no como un ideal
            Es necesariamente un balance con aspectos positivos y negativos, ratos buenos y malos, placer y dolor. Si no hubiera dolor, careceríamos del sentido del placer. Por lo mismo si no nos sintiéramos desgraciados a veces, sería imposible la impresión de la felicidad.
            Por esa razón, los que se sienten completamente felices por mucho tiempo y de forma estable, están más cerca de la simpleza de los débiles mentales.
            Lo que a uno le llena, a otro le aburre. Menos mal que es así el mundo. De otra forma, todos querrían lo mismo y a la misma persona.
Ahora ya podíamos decir mejor: ¿Cuál es mi balance de felicidad para el día de hoy?
            Ante ese balance se necesita saber si en cuestión, hemos hecho algo por la felicidad.  Eso es lo más difícil. Así que, con la mano en el corazón, podríamos preguntarnos; ¿He hecho algo por la felicidad de alguien más?
            Generalmente los jóvenes no llegan a ser felices, (quizás audaces); no les ha dado tiempo de rellenar la contabilidad de las “hojas de la vida”,  aunque también hay adultos que no han superado ese estado de balance medio.
            Siempre he dicho, para los que andamos cortos de felicidad, que desgraciadamente somos tantos; debemos tratar ese balance por periodos cortos de tiempo. Piense siempre, que al reducir el tiempo, aumentamos el valor de cada instante.
            También puede verse la felicidad, no como un estado de balance medio en nuestra vida, sino como un deseo para el prójimo, que podemos expresarlo como un reflejo de la buena educación. En definitiva, digamos que no cuesta nada desear felicidad, aunque tampoco valen mucho tales deseos. Pero por lo menos contribuyen a hacer algo más amena la vida.

Meditación: La felicidad consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Unas difícil Navidades.

             Pero… ¿Qué es para mí la Navidad?
            A estas fechas tan especiales, le podemos dar tantos significados como diversas formas de prepararnos para celebrarlas. Para uno tal vez la recuerdan cuando reciben sus aguinaldos, para otros quizás sean vacaciones; los peques la relacionan con que no van a la escuela y reciben sus regalos; en cambio  para muchos otros, es la excelente oportunidad para ver a los parientes que están lejos, olvidarse de las dietas y compartir con ellos una deliciosa cena. Mi propuesta sería mucho más activa con tan solo recordar un hecho del pasado, siento que sería excelente evocar aquel hecho y tomarlo como base para renacer hoy mismo, para que finalmente ese cambio trascendental del hombre llegue, no porque un Mesías llegue, o porque una institución me lo imponga, sino por el simple hecho de que cada persona así lo necesita y lo desea. Invitemos también al recuerdo de los familiares que ya no están, y aquellos amigos que te olvidaron para siempre o aquellos con los cuales compartíamos esas largas horas de conversación, terminando con un sincero “adiós, que seas feliz”   
            Busco en esta festividad el espacio para el reconocimiento de la nostalgia en los medios de comunicación, para que se refleje la realidad de muchas otras familias. No me refiero sólo a las familias que hayan tenido una pérdida reciente, sino también a los que actualmente estamos sufriendo una situación tremenda de dolor, debido a esa enfermedad que la vida nos presenta casi siempre por esta fecha. Por eso siento una especie de traición en estas fiestas navideñas, algo en lo que hemos creído, pero por circunstancia se destruyeron, y lo que parecía la encarnación del ideal, se tornó en el sufrimiento de la ausencia o la ruptura. Una vez más, diferenciamos lo que es el mundo de verdad y el de la mentira. El ego es quien domina el mundo de la verdadera realidad, creyendo que nuestra máscara controla las emociones, hasta que éstas deciden irrumpir en la vida. Lo mismo que ocurre con las leyes de la naturaleza, que en segundos es capaz de reconvertir todo lo construido artificialmente por el ser humano, en tristeza y depresión.
             Si leemos a Aristóteles, nos dice: “El concepto de la lógica son actos mentales que expresamos mediante el lenguaje” Por eso cuando comenzamos un determinado acto en la vida, que de por sí ya no “encaja” dentro de una lógica preconcebida, podemos vaticinar que su final termina siendo funesto. Si no, probad escribir una carta a esa persona que añoráis en estos días seguro que nos invade la tristeza. Puesto que al cabo de unos días una vez escrita y dirigida a ella, comprobaremos el desconsuelo y la desesperanza del silencio y el desprecio, puesto que algo no fue aprendido en la juventud. Pues bien, quizás debamos pensar que hemos escrito lo que hubiéramos querido decir y que ya no tiene credibilidad. Esto es lo que llamo transformación de la magia del ser humano, conducida a  la esperanza del “adiós”.
            En fin, todo esto es un pequeño desahogo, que van a ser unas Navidades tristes, y diferentes, y que no solo me acuerdo de mi enorme tragedia cuando escribo, ya que tengo siempre presente a todas aquellas personas que los estáis pasando mal.
            Un beso enorme, y gracias por leerme.

Meditación: La Navidad es el calor que vuelve el corazón de las personas, la generosidad de compartirla con otros y la esperanza de seguir adelante.

Adeste Fideles - Concierto de Navidad.-


Meditación: Que esta Navidad convierta…cada deseo en flor, cada dolor en estrella, cada lágrima en sonrisa y cada corazón en dulce morada.

martes, 13 de noviembre de 2012

Como envejecer juntos.

            La respuesta está clara para los enamorados, pero ¿es posible mantener la ilusión? Y aunque no existan recetas mágicas, ¿qué es necesario para lograrlo?
            A la hora de hacer balance es inevitable preguntarnos si nos imaginamos un futuro como pareja. Pero soñar con envejecer junto al otro es, más que un compromiso, una voluntad: la de querer atravesar las dificultades y fomentar los buenos momentos.        Los conflictos normales de pareja generalmente no se deben a que nos hayamos equivocado en la elección de la persona, sino a que nadie nos enseña la difícil tarea de convivir.
            La respuesta que podemos dar a esta situación es un claro indicador del estado que llevamos de pareja. Sentir que queremos pasar toda la vida juntos es algo normal en las primeras etapas de nuestra relación.
            Cuando nos enamoramos, que es un periodo muy primario, tenemos la fantasía de vivir siempre con esa persona, e incluso de envejecer juntos. Sin embargo ese sentimiento puede acabar  desvaneciéndose si descuidamos la relación. Para que ese deseo se mantenga hay cultivar la relación en el día a día, para que a diario nos  encontremos con nosotros mismos y con la vida, que estamos llevando con quien queremos estar.
            Una de las variables para tener una buena relación de pareja es el compromiso de saber que esa persona que tienes a tu lado te va a apoyar en los momentos buenos y en los difíciles.
            Lamentablemente, a menudo no es, precisamente, hasta que atravesamos un momento difícil cuando realmente valoramos el apoyo que nos brinda nuestra pareja o nos demostramos a nosotros mismos, con nuestra entrega, la fuerza de nuestros sentimientos hacia él o ella.

Meditación: Nada nos hace envejecer con más rapidez, que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Decidir sin razonar.

            Desde toda la vida existe la creencia de que un comportamiento inteligente es el que se basa en un buen razonamiento. Cuando se trata de tomar decisiones importantes, lo tradicional es pensar que razonar ampliamente es lo que se debe hacer, antes de tomar la determinación de emprender una acción, resultando totalmente necesario e imprescindible.
            Generalmente se ha considerado que la razón es el instrumento principal y superior  de los seres humanos y que la intuición es algo infalible y secundario, propio de mentes inferiores.
            Pero las investigaciones han hecho ver que la mente es algo así como una caja de herramientas adaptada para utilizarla en  más de una ocasión, llegando a decisiones importantes, recogiendo a su vez  comportamientos de carácter individuales.
            Por eso, en realidad en esos momentos tan importantes, acabamos de forma natural, dejando que las sensaciones hagan el trabajo que habíamos reservado a la mente y a la razón.
            Las decisiones más importantes de la vida no se toman de manera estrictamente lógica y racional, sino dejándose llevar por sensaciones que uno no puede explicar muy bien, pero que le guían de una manera bastante firme.
            Está comprobado, incluso al decidir, qué actitud tomamos en determinados momentos. La satisfacción posterior es mayor cuando uno se basa en la sensación interna de que ha elegido lo que más le gusta, no lo más adecuado. Aunque dejar en manos de la intuición la resolución de los dilemas más transcendentales de nuestra vida, es algo muy habitual.
            De hecho cuando una persona tiene que empezar a sopesar los “pros y los contras” de lo que quiero o lo que no quiero; algo nos suele salir mal.

Meditación: La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que debemos callar.

Come un delfino - Ennio Morricone.


Meditación: Cuando un sueño se cumple, un pequeño duende esboza una sonrisa, porque tarde o temprano por fin se ha cumplido. Y si durante toda una vida se ha deseado, esa magia se convierte en tu mayor destino y tus ojos en la mayor felicidad.


viernes, 9 de noviembre de 2012

¡La llegada del viernes!

            Para la mayoría, el viernes es el mejor día de la semana. Es el día en todos estamos de mejor humor. El domingo a última hora de la tarde nuestro estado de ánimo empieza a empeorar, el lunes solemos estar muy desanimados, pasamos el peor día de la semana, el martes lo retomamos a partir del miércoles.
            Así lo revela un estudio basado en 2,4 millones de personas de 84 países, que analizaron el contenido de 510 millones de mensajes de Twitter, enviados a lo largo de dos años.
             Gracias a una técnica de análisis de textos capaz de inferir el estado de ánimo de los que lo han escrito. Los “twitter`s” no sólo revelan cómo cambia el humor a lo largo de la semana, sino también a lo largo del día. Así, si por las mañanas predominan el entusiasmo y la alegría, a mediado que pasan las horas, el humor decae, para subir de nuevo al atardecer. Aunque este ciclo coincide con el horario laboral, al observarse también en fines de semanas, los investigadores creen que se debe a razones bilógicas como el sueño y nuestro reloj interno
            Los primeros análisis muestran que los que formaron parte de la experiencia, si mejoraron su calidad matrimonial. Al convivir con nuestra pareja antes de que seamos infelices, estos controles identifican conductas potencialmente “corrosivas” y ayudan a cambiar la comunicación antes de que los problemas nos descontrolen. Lo más típico es la falta de tiempo y culpar al otro por el estrés debido a la lucha durante la semana.
            A veces los psicólogos nos asesoran durante todo el proceso semanal, en pautas de comunicación con nuestra pareja, los hijos y los amigos, así como el manejo de las emociones, en determinados momentos, y en el control de nuestro pensamiento que a veces, son negativos y no se ajusta a la realidad.
            Los hallazgos de este estudio nos confirman la relación entre la música  y el desarrollo familiar, animándonos a pensar no sólo en la música como una herramienta a través de la cual no aplicamos un tratamiento a nosotros mismos.

Meditación: Al cuerpo no se le engaña, es viernes y lo sabe.

martes, 6 de noviembre de 2012

La mentira II.

             Mentir es un recurso fácil de valor sin tener que pasar por esfuerzos ni penurias, aunque el precio que se corre es la posibilidad de ser descubierto. En esto sucede algo similar a la persona que lanza rumores falsos con las personas que trata: puede ser descubierto y la conducta desvelada, ir en su contra desprestigiándose ante a los que se quería influir. El que miente necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene.
              El que recurre a la mentira no está conforme consigo mismo y en lugar de mejorarse auténticamente se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente.  Pero: ¿qué es la mentira? La mentira es una forma de eludir la realidad y por lo tanto la responsabilidad que tendría al afrontar la verdad de algunas cosas. Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la mentira como forma de evitación de circunstancias. Sin embargo a la larga si llega a convertirse en hábito, puede suponer un problema psicológico considerable.
               Estarán de acuerdo conmigo, estimados amigos, que la mentira es uno de los peores defectos del ser humano, sobre todo, la mentira dicha con el único afán de obtener un beneficio personal en perjuicio del resto de las personas. Es tan detestable la mentira, que desde niño nos enseñaron sobre las mentiras de un personaje llamado "pinocho" a quien le crecía la nariz cada vez que decía un embuste. Un cuento al fin, pero lleno de sabiduría.
             Nuestra reflexión nos lleva también a considerar que hay quienes se justifican diciendo que nunca levantan falsos testimonios ni expresan mentiras, sin embargo, no debemos olvidar que "ocultar la verdad" es también una forma de mentir, y en consecuancia de hacer daño a terceros logrando bebeficios personales. Quienes ocultan la verdad, son igualmente detestables. Podemos completar diciendo que la persona que le gusta o disfruta diciendo mentiras o engañando a los demás, igualmente le disgusta ser enganñado con mentiras. Aquí se refleja un ego adicional en este tipo de personas, que además de mentirosos y embusteros, son aquellas que solo atienden a sus conveniencias, sin miras ni preocupaciones.
               Existe un aforismo muy conocido que dice: "la mentira dura mientras la verdad llega", lo que significa que la mentira no es infalible y no puede ocupar el lugar de la verdad, pues mientras ésta es brillante y llena de luz, aquella es opaca y tenebrosa.
               A pesar de ello, hay personas que son hábiles diciendo mentiras, que en ocasiones se auto engañan y durante muchos años viven creyéndose sus propias mentiras y fantasías. Esta ha sido a veces la vida de personajes de nuestra historia.

Meditación: Una mentira repetida mil veces, puede parecer una verdad, sin embargo, en su esencia, siempre será una mentira.

         
           

Memory - Richard Clayderman.


Meditación: Que triste es cuando descubres que la persona que aprecias no siente lo mismo por ti.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La mentira I.

            Las mentiras son muy elocuentes. No tanto por lo que dicen o fingen, sino por lo que desvelan  y revelan. En cierto modo, resultan en determinados momentos,  delatoras y transparentes. Y no sólo cuando son detectadas o cazadas sino, en cualquier caso y sobre todo, para uno mismo. Por eso de que la mentira consiste en decir lo contrario de lo que se piensa es tan sólo la epidermis de su verdadero sentido.
            No se juega su suerte contra la sinceridad sino que su auténtico desafío es el de la cuestión de la verdad. Lo más triste es cuando no nos decimos lo que pensamos, o lo que es aún peor, tratamos de pasar por pensamientos lo que no es, sino un ocultamiento de lo que pensamos.
            Pero si lo pensamos bien, no es sólo que nos engañamos, es que nos mentimos, por temor o por debilidad, que son dos de las causas fundamentales del mal que somos capaces de producir.
            En cierta medida decimos y no hacemos lo que decimos, y así, efectivamente lo que pensamos no tiene que ver con lo que vivimos. Cuando nos encontramos con alguien que dice lo que se hace y piensa lo que dice, estamos no sólo ante alguien veraz, sino concretamente con quien dice la verdad.
            Por eso las mentiras tienen tanto de personal. Muestran las insuficiencias, las incoherencias, los límites y muy singularmente nos constituyen antes los demás, queriendo hacer ver lo que realmente no es.
            No por eso debemos de confundir un descuidado y precipitado de contar todo, de cualquier modo, de forma insensible, sin considerar al otro, con una generosa espontaneidad, haciéndonos querer demostrar amiga de la verdad.
            La verdad no es simplemente contar lo sucedido, de ahí se deduce que consista en ocultarlo. Hay quien utiliza la mentira como un modo de vivir. A veces es comprensible, pero ni es aconsejable, ni produce buena sensación la persona que miente.  

Meditación: No porque todo el mundo crea en tu mentira, se convierte en verdad.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La muerte.

           Aunque se oiga decir “yo no tengo miedo a morir”, a todos, de una forma u otra, nos asusta la muerte, a pesar de que tendamos a considerarla como algo “ajeno”, que nunca nos afectará directamente, ni a nosotros ni a quienes amamos.
            La vivencia de la muerte de hecho no sólo afecta al que se acerca a ella, sino a todas las personas que lo rodean y lo quieren. El envejecimiento y la vivencia de la muerte suelen estar íntimamente relacionados. A medida que la vida avanza, el aviso de su fin se hace cada vez más insistente. Hay que tener en cuenta el  aumento de los años de vejez en los países occidentales en los que la población general va envejeciendo. El hombre prehistórico tenía una vida media de dieciocho años, en la época de la revolución americana alcanzaba los treinta y cinco años, y en 1900, los cuarenta y nueve años. Hoy la esperanza de vida en las sociedades industriales oscila alrededor de los ochenta años. Un bebé suizo puede esperar vivir como mínimo ochenta años, mientras que su contemporáneo en la India probablemente muera a los cuarenta y seis.
            A esta mayor previsión de vida hay que añadir el alarmante descenso de la natalidad en estas mismas sociedades, de forma que cada vez hay más ancianos que van teniendo más años. Pero, curiosos, no son los ancianos los que tienen miedo a morir, sino los jóvenes y los adultos, personas que en teoría tienen la muerte más lejana.
            Cuando una persona se entera de que va a morir entra en una especie “shock” y lo mismo les ocurre a las personas que la quieren. Luego, tanto el afectado como sus seres queridos, entran en un proceso de esta fase.
            Múltiples factores influyen en la actitud de las personas ante la muerte. La fe, el creer en Dios y la esperanza de una vida futura, confortan, dan entereza y resignación a la hora de enfrentarse con la muerte y soportar la pérdida de seres queridos; hay personas que han vivido alejadas de todo lo divino, y que al acercarse sus últimos días necesitan reencontrarse con Dios.
            Existen factores sociales que están cambiando, entre ellos, el entorno de los enfermos incurables; antes, estaba limitado al hogar al que iba a morir rodeado de familiares, luego se ha circunscrito a los hospitales. Ahora hay una especie de vuelta atrás, y enfermo, médico y familiares suelen preferir el propio hogar. También se ha modificado la estética de la muerte y todo el simbolismo acompañante. Si hubiese que resumir es una palabra la actitud social de hoy ante la muerte, sería la de la “desdramatización”. En este caso, es imposible dar una norma justa sin arriesgarse, tal vez habrá que esperar a que todas las estructuras sociales lleguen a un acuerdo.

Meditación: La muerte es la única enfermedad que no tiene remedio alguno.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Las dudas.

            A veces es imprescindible dudar de uno mismo, ¿Por qué? Es que por mucho que pensemos una determinada situación, aún no estamos seguros. Sobre todo, si no se constituye una razón que nos lleve al desánimo o la paralización de dicho acto.
            No dudar es peligroso. La duda ha de ser una situación de paso, no de asentamiento. Dudar forma parte del pensar. No es exactamente lo mismo sospechar, que impregnarnos en un oscuro presagio, cuando no tenemos motivos para no esperar nada de nadie, ni siquiera de sí mismo.
            En realidad las dudas forman parte de la vida misma, es como una dosis de una certeza insatisfecha, que en no pocas ocasiones, viene a ser un estímulo para la búsqueda, la entrega, o la creación de una nueva posibilidad.
            En la vida se nos presentan momentos singulares y complejos. Quizás por eso en algunas circunstancias  se nos presentan acompañadas de ciertas incertidumbres.        Crecemos siempre desde esas dudas que laten en el corazón de nuestro pensamiento. Ellos nos hacen presuponer que quizás estemos equivocados, que tal vez no nos encontremos en un buen momento, o hayamos podido situar algunas condiciones que tanto nos alumbraron. Siempre hay en ellos, una especie de adolescencia fecunda, esa que habita y late en todas las épocas y edades, y que conviene que no estropee siempre el modo dominante.
            A veces una palabra amable, la llamada de un amigo, un gesto, una mano tendida, un reconocimiento mínimo, o incluso la consideración de lo que podría ser diferente, alientan nuestros días y nos ofrecen aire de seguridad para inhabilitar la duda.
            El afán de reconocimiento no tiene límites. La duda sobre quiénes somos y cómo vivimos ha de ser el preludio o la manifestación de la sencillez del modo en que vivimos. El afecto cercano muestra lo extravagante del privilegio de no dejar de preguntarnos cómo estamos. Quien lo hace una y otra vez, no se encuentra inseguro.             Cuando estamos mal de verdad, no hay duda. La armonía interior lleva a la serenidad y a la felicidad. Y todo esto, provoca una mejor salud. Conviene, para ir en pos de ello, que revisemos nuestras normas. Invirtamos un poco de nuestro tiempo en escribir cuáles son nuestros principios en la vida. Pensemos en cuáles son propios y cuáles ajenos. Y especialmente, consideremos cuáles son válidos y los compartamos sin dudar. Seguramente algunas de estas normas, nos llevarán a vivir la vida con seguridad.

Meditación: El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona.

Intermezzo I - Ernesto Cortazar.


Meditación: Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error


domingo, 28 de octubre de 2012

Los cumpleaños.

           Los años no pasan en vano y poco a poco van dejando huella en nuestra personalidad y en nuestras vidas. Sea como sea, está claro que cuando llegamos a cierta edad comenzamos a hacer un historial de los acontecimientos pasados o de lo que nos hubiera gustado vivir, y a menudo encontramos insatisfacción o pesadumbre por la tarea sin cumplir o por las metas sin conseguir.
            A pesar de que vayamos cumpliendo años, nunca es tarde para plantearse un cambio, siempre teniendo en cuenta la posibilidad de perder algo que ya tenemos, para poder ganar algo que no hemos tenido hasta ahora. También debemos tener claro que el cambio que vamos a realizar nos suponga un beneficio realmente satisfactorio. A menudo las fantasías de una vida ideal nos hacen confundirnos, creyendo que nos gustaría muchísimo tener “tal cosa” y al conseguirla resulta que ya no es tan importante y que la habíamos idealizado demasiado. Para la mayoría de las personas, el cumpleaños número veinte o treinta puede pasar inadvertido. Pero los cuarenta, los cincuenta, o incluso los sesenta, son otra historia: hay cumpleaños significativos” que pueden producir trastornos en el ánimo de ciertas personas. Sobre todo cuando empieza a aparecer ese “fatídico dígito”, que inicia la nueva década. Estuvimos acostumbrados durante diez años a verlo cada año avanzar y no queríamos darnos cuenta de que irremediablemente llegaría el día en que nuestra propia vida lo cambiaría sin compasión. De nada sirve que tratemos de “irnos hacia atrás”, puesto que la vida siempre camina hacia adelante. 
            Sin embargo, no todo es negativo. Los cumpleaños significativos hacen que las personas reflexionen sobre el envejecimiento y comiencen a cuidarse más. A menudo deciden dejar de fumar, comenzar una dieta o iniciar un programa de ejercicios, cambios positivos que también son útiles para combatir la sensación de abatimiento.
            Escribamos nuevos objetivos y nuevas aspiraciones para el próximo cumpleaños. Lo anterior ayuda a sentir que el actual no marca el fin sino el comienzo. Y por último, dejemos de pensar y empecemos a actuar, pues la vida continúa puesto que “el reloj sigue avanzando”.
             Un años más de vida significa que Dios aún nos tiene aquí presente, con alguna misión por cumplir, con alguna tarea para ayudar al hermano o al amigo olvidado que nos necesita. Seamos como niños cada día y aceptemos las cosas como cuando éramos aquellos pequeñines ingenuos que no veíamos ni el paso de los años ni el precio de los regalos y es más, ni siquiera sabíamos el valor de las cosas.
           
Meditación: La edad no son los años que se tienen,  es la forma de vivirlos.
                

jueves, 25 de octubre de 2012

Nuestra forma de vivir.

            Realmente, los desacuerdos, y las pocas ganas de trabajar pueden disminuir la productividad de un equipo de trabajo, por eso es de suma importancia prestar atención a la manera de comunicarnos con los demás e intentar una confianza mutua con nuestros compañeros, basado siempre en el respeto, y en una actitud positiva frente a los problemas diarios.
            Hace bastante tiempo que las nuevas tecnologías y nuestras necesidades de estar siempre al día nos hacen vivir del todo acelerado. Con tantas prisas, se reduce el tiempo que deberíamos dedicar a las emociones y a los sentimientos, que pueden acabar con nuestra forma de vivir.
            Las gentes son cada vez más maleducadas. Me refiero a las personas a las que escribimos y no contestan. Tengo la sensación de que la era de las comunicaciones sólo es un pretexto para que las gentes sean más egoísta y las relaciones se vuelvan superficiales, inútiles e incluso artificiales.
            Creo que muchos no se dan cuenta de su parquedad, ni de su falta de delicadeza, ni de su desconsideración con los intereses de los demás.
            Estoy cansado de leer sobre la corrupción y los trapicheos de nuestros políticos, que en vez de pensar en el bien común se centran en sus propios intereses.
            El mundo no cambiará sólo porque algunas empresas empiecen a contratar gentes extremadamente especializadas en altos cargos. En mi opinión, el mundo cambiará cuando los dirigentes, los obreros, las secretarias y los empresarios de cada nivel, independientemente de su género, se pongan de acuerdo y trabajen por el bien de nuestra sociedad. El día que entendamos que hiriendo al vecino también nos causamos daño a nosotros mismos, podremos iniciar una verdadera revolución a todos los niveles, que cambiarán las cosas desde la base, mostrando verdaderas soluciones.

Meditación: La vida es un negocio en el que no se obtiene una ganancia que no se vaya acompañada de una pérdida.

lunes, 22 de octubre de 2012

El sentido de nuestra vida.

            ¡A veces qué difícil es encontrarle sentido a la vida! No es de extrañar que muchas personas no se planteen el sentido de nuestra vida. Vivimos en una sociedad individualista y nos centramos más en lo que hacemos que en lo que somos. A menudo confundimos lo que somos con lo que hacemos y lo que tenemos. La sociedad occidental nos ha enseñado que el equilibrio se encuentra en el crecimiento económico, y eso nos hace creer que las compras nos hará felices, pero no tiene mucho sentido, porque no necesitamos muchas cosas para serlo, ya que es un estado mental que está dentro de nosotros y no depende de algo externo. Hacer creer a la gente que tiene que consumir para ser feliz les aleja de sí mismo y les confunden entre “ser”, “hacer” y “tener”.
            Muchas veces nos preguntamos: ¿en qué sentido consideraríamos que nuestra vida ha fracasado? ¿Qué cosa haríamos para que nuestra vida no pierda sentido? Esto ayudaríamos a centrarnos porque, al final lo que admiramos de esas determinadas personas es lo que hacen a lo largo de sus vidas.
            Debemos parar y, en ese silencio, permitirnos buscarnos. Simplemente, sentir, en vez de estar respondiendo constantemente al exterior.
            Las personas que se sustentan en determinadas metas son personas muy vulnerables, y pueden caer en una crisis depresiva al quedarse sin nada. Al unir éxito con valía personal, si lo dejan de tener, piensan que sus vidas no tienen sentido. Por eso muchas personas al perder el trabajo, o al jubilarse, dicen que su vida no tiene sentido, porque piensan que lo que hagan ya no va a tener trascendencia sobre los demás.
            El sentido de la vida de alguien no puede ser la pareja o los ojos. “Ellos podrán ser una parte importante, pero no la razón única, porque en el momento que eso falte, ¿cómo te quedas?, ¿sin sentido?
            Lo que da sentido a la vida es que tengas una vida plena y que te sientas feliz, y a partir de ahí, el resto enriquezca: ayudar a los demás, lograr que tu familia esté bien o ser persona justa y honesta en tu trabajo. No podemos depender de nada ni de nadie. Nada ni nadie nos puede salvar, cada uno tiene que ir, poco a poco, haciendo su verdadero camino.

Meditación: La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.

El significado de la vida.


Meditación: El compañerismo se busca, la amistad se encuentra y el amor nos sorprende.

Este vídeo pertenece a la colección particular de ByReflexibiza.


sábado, 20 de octubre de 2012

Amar a los árboles II.

           Los árboles son el símbolo común compartido a través de todos los pueblos de la tierra, siempre los hemos venerado a través de su arte y su leyenda, puesto que sus raíces nos unen a la naturaleza y al entorno al que pertenecemos.
            Los seres humanos compartimos una misma raíz. Cualquiera que sea nuestro origen, raza o sistema de creencias, el árbol suele ser un punto de acuerdo y encuentro natural, al margen de todas las dificultades. Las viejas historias hablan de terribles diluvios o incendios que asolaron vastas regiones de lugares míticos, de tradiciones compartidas de un modo o de otro por toda la humanidad. El árbol ha sido siempre un eje común, una presencia constante en memoria colectiva de todos los pueblos, aunque también en todas las formas de nuestra vida física y espiritual.
            Posiblemente el amor por los árboles y el bosque es uno de los rasgos que mejor reflejan la cultura de una persona, independientemente de si esta está más o menos versada en ciencias o letras.
            Siempre recordaré aquella chica que hace tiempo me decía que “asomada en la terraza de un amigo se llevaba tiempo y a veces horas, contemplando un bello y hermoso árbol, el cual se mostraba en todo su esplendor” Cuando evoco aquellos tiempos, me vienen a la memoria distintas incógnitas, como; ¿qué pasaría por su mente? Sería tristeza, amor, dolor, amistad: ¡vaya Ud. a saber! Seguro sería algo bello y hermoso, pero debido a circunstancias ajenas, ya jamás podré preguntárselo.
            La universalidad de estos mitos nos permite comprender que compartimos una misma visión en la que el árbol fue el origen y fin, centro y sustancia de un paraíso tan perdido como añorado, que debemos empezar a reconstruir aunque sea desde distintos puntos de partida.
            Cada persona, cada pueblo, cada nación, tiene sus recuerdos y sus olvidos acerca de un determinado árbol. En ocasiones, estas antiguas reflexiones nos revelan mucho  el sistema racional de los pensamientos de nuestra civilización, ya que nos enseñará a comprender y a vivir en armonía con el mundo del que formamos parte y al que los tabúes o la “profunda incomprensión” nos impiden el entendimiento entre nosotros mismos. Por eso, además, el bosque nos ofrece la oportunidad de renacer espiritualmente y encontrarnos de nuevo; a nosotros, entre nosotros y con los otros.
            Solo la naturaleza puede soñar sistemas tan perfectamente formados y así, podremos  conectarnos con ellos, y comencemos a recuperar toda la ilusión que llevamos dentro y junto al mismo tiempo que ellos nos sirvan de meditación para advertirnos de esas ideas tan nefastas, que siempre nos  acechan en el horizonte, causada por la ignorancia y las brutas fechorías de la humanidad.

Meditación: Las ilusiones perdidas son hojas desprendidas del árbol del corazón.